domingo, 29 de mayo de 2011

En el día del señor

En el día del señor volvió aparecer ante mis ojos

Si creyera en milagros y me arrodillara ante la cruz

El me vería y seríamos felices comiendo perdices

Pero me cago en la hostia de aquí a la eternidad

Tan solo un segundo basta para alimentar los gemidos de las noches venideras

Una enorme fábrica bañaba sus brazos de metal en el mar cuando lo vi al pasar

Estaba empapado en su traje de hule casi al anochecer

Grabe su imagen en mi mente y ahuyenté a las neuronas que ya me hablaban de otros seres

Escuché las letras de su nombre explotar desde mi boca hasta que rebotaron mudas cada una de ellas en las paredes de mi transporte

Me sentí loca, demente, en fin, caliente

Loca por gritar

Demente por volverme loca

y lo de caliente no requiere explicación cuando hay un desconocido que sólo te provoca lamerlo de norte a sur, de este a oeste y todo cuanto cuelgue

si hasta a sus cejas juraría no dejarlas libres de placer

Al final de mis días

Moriría en su pecho

Pero antes, un detalle bien grande y crucial,

nuestras miradas se tienen que encontrar

quizás es hora que me ponga a rezar.

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