En el día del señor volvió aparecer ante mis ojos
Si creyera en milagros y me arrodillara ante la cruz
El me vería y seríamos felices comiendo perdices
Pero me cago en la hostia de aquí a la eternidad
Tan solo un segundo basta para alimentar los gemidos de las noches venideras
Una enorme fábrica bañaba sus brazos de metal en el mar cuando lo vi al pasar
Estaba empapado en su traje de hule casi al anochecer
Grabe su imagen en mi mente y ahuyenté a las neuronas que ya me hablaban de otros seres
Escuché las letras de su nombre explotar desde mi boca hasta que rebotaron mudas cada una de ellas en las paredes de mi transporte
Me sentí loca, demente, en fin, caliente
Loca por gritar
Demente por volverme loca
y lo de caliente no requiere explicación cuando hay un desconocido que sólo te provoca lamerlo de norte a sur, de este a oeste y todo cuanto cuelgue
si hasta a sus cejas juraría no dejarlas libres de placer
Al final de mis días
Moriría en su pecho
Pero antes, un detalle bien grande y crucial,
nuestras miradas se tienen que encontrar
quizás es hora que me ponga a rezar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario