lunes, 10 de enero de 2011

Ida y vuelta

Llegaron a mis manos en una bolsa de plástico, secos, pequeños y amarillentos.
Nada de Pitufinas ni cabezas azuladas, más parecían los dedos de una momia olvidada.
Propietarios de un nombre que no consigo recordar, son sus efectos los que aún no consigo dejar de añorar.
De sabor intenso, aquel amargo champiñón.
Me dejó colores que no sabía que existían y me hizo ver el cielo como nunca pensé que podría.
Me tiraron a piso cuando ya pensé que nada iba a pasar y cerrando los ojos me llevaron a viajar...
por praderas giratorias y fosforecentes por las cuales no terminaba de rodar
y trepando al sol con una cuerda de papel
me robe un poco de su majestuoso calor para tirarme en caída libre hacía mi cascarón

las horas pasaron y el pasto creció sin fin a mi alrededor haciéndome una cuna de verde paja
y volví a ser nada
ya lo había visto todo.